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NUTRICIÓN MATERNA: IMPACTO EN EL DESARROLLO INFANTIL

Hablar de alimentación infantil empieza por revisar y repensar la alimentación de los padres que deciden acoger en su familia a un nuevo integrante. Si bien la alimentación es primordial durante los primeros años de vida extra uterina, la alimentación que reciben los bebés en el útero durante la gestación, también lo es.

Su importancia radica en un término conocido como “programación fetal o programación nutricional”, que se refiere a las condiciones de bienestar o alteraciones de salud, hábitos y demás que durante esta etapa crítica de crecimiento (gestación) puedan condicionar el riesgo de un individuo a desarrollar a lo largo de su vida enfermedades de todo tipo, especialmente enfermedades crónicas no transmisibles como resistencia a la insulina, diabetes, enfermedades cardiovasculares, obesidad, enfermedad renal, alergias, alteraciones del neurodesarrollo, etc.

Para poder entender mejor el término debemos tener claro que desde el momento de la concepción, el nuevo bebé se nutre de todo aquello que consume la madre y que sumado a esto ya trae incorporado en sí una carga genética importante de su padre, que también está modulada por sus hábitos de alimentación a lo largo de su vida. Por esta razón es primordial cuidar la nutrición de todas las mujeres en gestación. Entonces, ¿qué podemos hacer para que mamá y bebé se alimenten de la mejor manera en esta etapa?

  • Lo primero es tener muy presente el estado nutricional y los hábitos de vida con los que la madre inicia la gestación, para poder determinar los ajustes a realizar. 
  • Lo segundo es cuidar el aumento de peso durante el embarazo y los hábitos de alimentación durante toda la etapa de la gestación. 

Por eso, se recomienda incluir dentro de los controles prenatales una valoración nutricional y tener permanente asesoría de un profesional para garantizar un proceso óptimo de nutrición, durante y después del embarazo. 

Consejos prácticos de alimentación para gestantes

Durante la gestación aumentan las necesidades de energía, fibra y nutrientes, especialmente aquellos como: proteínas, ácidos grasos omega-3, hierro, calcio, ácido fólico, zinc, vitamina C, entre otros. Te compartimos maneras prácticas de incluirlos en la alimentación diaria a lo largo de tu dulce espera: 

  • Incrementa el consumo de frutas y verduras, consúmelas a DIARIO, por lo menos 2-3 veces al día, de manera variada, enfocándote en aquellas como: naranja, kiwi, arándanos, fresas, guayaba rosada, piña, mandarina, pimentón rojo, tomate, espinacas, brócoli. 
  • Garantiza el consumo de alimentos, fuente de proteínas de alto valor biológico, mínimo 3 veces al día, las encontrarás en alimentos como: huevo, pescado, res, cerdo, pollo, lenteja, frijoles, garbanzo (consumidas en compañía de cereales como arroz, maíz, etc.), soya, derivados lácteos. 
  • Aumenta el consumo de alimentos, fuentes de grasas saludables, tales como: aguacate, frutos secos (almendras, nueces), semillas de linaza y chía, pescados (trucha, sardinas frescas, salmón), aceite de oliva. 
  • Cuida el consumo de alimentos fuentes de carbohidratos, prefiere aquellos que aportan carbohidratos complejos y ricos en fibra, tales como: arroz integral, avena en hojuelas, quinoa, panes artesanales con semillas, maíz, papas, plátanos, legumbres (garbanzos, arveja seca, lentejas). Consúmelos a lo largo del día en porciones adecuadas para tus necesidades. 
  • Garantiza una adecuada ingesta de agua a lo largo del día, mínimo 1,5 a 2 litros, prefiriendo el agua pura a la ingesta de bebidas azucaradas, ya que genera una verdadera hidratación necesaria para la madre y el bebé. 

¿Qué debes evitar?

  • Proteínas crudas o a medio cocinar (pescado, pollo, huevo, etc).
  • Lácteos sin pasteurizar(leche cruda, quesos blandos o azules).
  • Pescados con alto contenido de mercurio (caballa, pez espada, atún rojo fresco).
  • Bebidas alcohólicas.
  • Altas cantidades de cafeína
    (café, tés, mate, gaseosas, bebidas energizantes).
  • Exceso de azúcares simples
    (dulces, postres, helados, bebidas azucaradas).
  • Exceso de preparaciones fritas.
  • Exceso de preparaciones o productos ricos en sal.
  • Aromáticas de hierbas sin evidencia científica.

Para finalizar

Recuerda que debes realizar una alimentación fraccionada a lo largo del día (desayuno, almuerzo, cena y meriendas según tu necesidad), evitando durante este período crítico realizar dietas restrictivas extremas sin ningún acompañamiento profesional. 

Disfruta y saborea cada bocado, entre más diversa y natural sea tu alimentación, mejor perfil de sabores y nutrientes recibirán tú y tu bebé. 

En caso de presentar dificultades de alimentación debido a náuseas, vómitos, inapetencia o ansiedad, recuerda consultar a tu profesional en nutrición. 

Elaborado por:

Beatriz Helena Duarte Pabón

Nutricionista Dietista

Diplomada en nutrición infantil


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