La crianza de los hijos viene acompañada de una serie de desafíos, y a medida que observamos el desarrollo de nuestros pequeños, a menudo nos preguntamos si están alcanzando sus hitos de manera adecuada. En esta travesía de ser padres y acompañarlos en su proceso de desarrollo físico, cognitivo, emocional y social, la Neuropsicología Infantil emerge como una valiosa herramienta para comprender mejor las complejidades del cerebro en desarrollo de nuestros hijos. Pero, ¿cuándo es el momento adecuado para buscar ayuda de un neuropsicólogo infantil? Vamos a explorar algunas preguntas clave.
La neuropsicología es una disciplina que investiga la relación entre el cerebro y la conducta, centrándose en cómo las funciones cerebrales afectan el pensamiento, las emociones y el comportamiento (Ardila y Rosselli, 2019). Utiliza métodos de evaluación y análisis para comprender cómo las lesiones, trastornos o alteraciones cerebrales pueden influir en las capacidades cognitivas y emocionales de una persona. Los neuropsicólogos aplican este conocimiento para ayudar en la identificación y tratamiento de trastornos neuropsicológicos, desarrollando estrategias de intervención que buscan mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.
La neuropsicología infantil es una rama de la neuropsicología que se centra en el estudio de las funciones cerebrales y su relación con el comportamiento en niños (Portellano, 2018). Se enfoca en comprender cómo el desarrollo del cerebro influye en las habilidades cognitivas, emocionales y conductuales de los niños, así como en la identificación y tratamiento de trastornos neuropsicológicos que puedan afectar su funcionamiento (Semrud-Clikeman & Teeter Ellison, 2012; Pérez-Jara & Ruíz, 2022).
La Neuropsicología Infantil puede ser crucial cuando observamos que nuestro hijo enfrenta desafíos en el ámbito académico. Dificultades para leer, escribir o comprender conceptos matemáticos pueden indicar posibles inconvenientes en el procesamiento cognitivo que un neuropsicólogo puede identificar y abordar de manera efectiva.
Sin embargo, es crucial que tengamos en cuenta que cada niño sigue su propio curso de desarrollo. La forma en que han transitado su proceso de escolarización es única para cada uno, y no es conveniente catalogar a un niño simplemente por sus desafíos actuales. Cada pequeño es un individuo con su propio ritmo de aprendizaje y con potenciales aún por descubrir.
Es importante destacar que, aunque las dificultades académicas puedan ser una señal de posibles problemas neuropsicológicos, no siempre indican un trastorno. Algunos niños pueden necesitar métodos de enseñanza diferentes o apoyo adicional para superar obstáculos temporales en su aprendizaje. Es por eso que la evaluación de un neuropsicólogo no solo se enfoca en la identificación de problemas, sino también en diseñar estrategias personalizadas para ayudar al niño a alcanzar su máximo potencial.
Si notas cambios significativos en el comportamiento de tu hijo, como irritabilidad, agresividad o retracción social, podría ser el momento de considerar una evaluación neuropsicológica. Estos cambios podrían estar relacionados con aspectos cognitivos o emocionales que un neuropsicólogo puede ayudar a entender y manejar.
Problemas con la coordinación motora pueden ser un signo de dificultades en el desarrollo neuropsicomotor. Un neuropsicólogo puede evaluar estas áreas y proporcionar estrategias para mejorar la coordinación y el desarrollo físico de tu hijo.
La Neuropsicología Infantil también se ocupa de los trastornos del lenguaje y la comunicación. Si tu hijo experimenta dificultades en expresarse verbalmente o en comprender el lenguaje, un neuropsicólogo puede ayudar a identificar las áreas que requieren intervención.
Si en la familia hay antecedentes de trastornos neuropsicológicos, es recomendable realizar evaluaciones periódicas en busca de posibles señales en los niños. La detección temprana puede marcar la diferencia en el manejo y tratamiento de estas condiciones.
Finalmente, la evaluación neuropsicológica infantil es crucial, ya que proporciona información sobre el nivel de atención, lenguaje, memoria, habilidades académicas y funciones ejecutivas de un niño. Además, evalúa su índice de madurez neuropsicológica, coeficiente intelectual, y la relación entre su cerebro y comportamiento.
Dana Camila Rangel Castro* y Katherine Prado Guzmán**
* Estudiante de psicología de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.
**Docente asociado del programa de psicología de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Neuropsicóloga Clínica.
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