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Alergias más comunes en los más pequeños

ALERGIAS COMUNES EN LOS MÁS PEQUEÑOS

Los padecimientos alérgicos comprenden una serie de enfermedades de expresión clínica muy diversas, entre las cuales están incluidos el sistema respiratorio (hiperreactor bronquial y asma bronquial), las vías aéreas superiores como rinitis alérgica, la piel (dermatitis atópica) y digestiva (síndrome de colon irritable). La severidad de la enfermedad varía de niño a niño en consideración al sistema defensivo de cada individuo. Estas alergias se desarrollan mediante unos mecanismos bien conocidos y desencadenados por unos agentes externos llamados alérgenos (polvo casero, ácaros, comidas, medicamentos y otros); Estos pueden ser identificados mediante pruebas percutáneas e intradérmicas de alergia. Dichas enfermedades tienen un curso agudo o crónico, con exacerbaciones provocadas por la exposición a los alérgenos y necesitan para su control tratamientos médicos farmacológicos a largo plazo y casi siempre la modificación de los hábitos de vida por parte del paciente y su entorno.

ALERGIA EN LA PIEL (DERMATITIS ATÓPICA)

Se caracteriza por lesiones en piel (inflamación, rasquiña y piel seca) que se presenta principalmente en regiones como pliegues de cuello, brazo o rodillas; afecta aproximadamente a un 10% de los niños en una etapa de su vida. Se inicia generalmente a las 6 semanas de vida y en un 60% de los casos antes del año y solo muy pocas veces inicia después de los 7 años. Un 80% de los niños presenta niveles elevados en sangre de una sustancia que se llama inmunoglobulina-E que ayuda a confirmar la presencia de alergia. El control y tratamiento óptimo de esta enfermedad depende mucho de la constancia y dedicación realizada por los papás y su médico pediatra.

Es importante que la familia comprenda que no hay una cura milagrosa, que se trata de una enfermedad crónica e inflamatoria que no tiene tratamiento curativo. No obstante, esta situación mejorará con la edad; y la duración y molestias que se producen pueden reducirse considerablemente con los tratamientos y cuidados adecuados de vital importancia. Es significativo evitar el incremento de la sudoración (excesivo calor en la vivienda), tejidos irritantes, evitar ropa apretada o abrigo excesivo. Es preferible que la ropa de vestir y de cama esté hecha a base de algodón. El lavado de la misma debe realizarse con jabón no detergente y en lo posible evitar suavizantes. La toma de baño en ducha debe ser máximo una vez al día, no más de 4 veces por semana, usando jabones de avena y no por más de 10 minutos; es muy importante seguir las indicaciones de las cremas hidratantes y medicadas por el especialista.

ALERGIA A LOS ALIMENTOS

La alergia a los alimentos es una enfermedad que ha aumentado en los últimos años. Su prevalencia se estima entre el 6 y 8% en menores de 4 años. Todos los alimentos son potencialmente sensibilizantes. La presentación de la enfermedad es una reacción anómala atribuida a la ingesta, contacto o inhalación de un alimento o de sus derivados; los síntomas son muy variados y pueden ser tan leves como una afectación cutánea, que se manifiesta como rascado, broto, vómito, dolor abdominal, diarrea o hasta reacciones graves como dificultad respiratoria que ameritan en muchos casos el ingreso del niño al servicio de urgencias.

Los alimentos implicados en la alergia pediátrica son, en orden de frecuencia, huevo, leche de vaca, pescado, frutos secos y verduras. El huevo de gallina es un alimento de consumo habitual y es una fuente de proteína y de vitaminas como el complejo B importante en la alimentación del niño, pero a su vez es uno de los alimentos que más frecuentemente produce reacción alérgica en los primeros años de vida. La alergia a la leche de vaca es también muy frecuente en niños pequeños y su diagnóstico se realiza por la sospecha de los síntomas: broto, rascado, inflamación de la piel (dermatitis atópica), vómito y diarrea sin causa clara; su confirmación se realiza por pruebas de alergia en sangre o piel. En este tipo de alergias siempre es importante conocer cuál es el alimento causante (alérgeno), el cual muchas veces puede identificarse, ya que ha sido el único alimento ingerido por el niño en las últimas horas o es un alimento que consume por primera vez y le desencadenó la alergia; pero en otras ocasiones los alimentos consumidos son múltiples y difíciles de identificar; por lo cual es necesario realizar pruebas percutáneas e intradérmicas para identificar cuál es el alimento involucrado y proceder a retirarlo de la dieta.

El tratamiento de las reacciones alérgicas por ingesta de alimentos es muy variado y siempre lo escogerá su pediatra dependiendo de la situación clínica del momento, pero varía desde antialérgicos orales y lociones para evitar el rascado, hasta medicamentos intravenosos y hospitalización en casos de alergias severas.

ALERGIAS RESPIRATORIAS

Las enfermedades alérgicas respiratorias más frecuentes en la edad pediátrica son el asma bronquial y la rinitis alérgica; la primera se caracteriza por la aparición súbita de tos, principalmente seca, falta de aire para respirar, sensación de opresión de pecho que puede llevar hasta la dificultad respiratoria severa en algunos casos, habitualmente el inicio de esta tos se presenta después de la exposición del niño al alérgeno como son: cambios de temperatura, lluvia, exposición a humedad, polvo casero, ácaros, olores fuertes (limpia pisos, fábricas etc.). Los objetivos generales del tratamiento del niño con alergia respiratoria, (asma bronquial) son:

• Eliminar o reducir al máximo los síntomas crónicos para que el paciente pueda mantener una actividad escolar, deportiva y social normal.

• Conseguir un funcionamiento pulmonar normal.

• Prevenir y abolir la presencia de asma.

• Tratar de usar el menor número de medicamentos y las mínimas dosis para mantener al niño estable. Es una situación ideal, mantener al niño sin síntomas (tos, ahogo) sin necesidad de fármacos. Los medicamentos necesarios en la alergia respiratoria serán escogidos por su médico pediatra y variarán dependiendo del paciente según su severidad.

PRUEBAS DE ALERGIAS

La forma de diagnosticar una alergia en niños es con la realización de una prueba en espalda (Prick Test) que es sencilla, rápida, de bajo costo y muy segura; lo que constituye el método de elección en el estudio inicial de la causa de la enfermedad alérgica en niños. Ofrece al médico pediatra o alergólogo una información de extraordinario valor, ya que ante una historia clínica sugestiva de enfermedad alérgica confirma la causa del proceso y puede realizarse desde temprana edad. La prueba consiste en la colocación de una gota de extracto alergénico (por ejemplo; pollo, huevo, carne, pelo de perro, pelo de gato, etc.) que produce en la piel del paciente la estimulación de unas células encargadas de la alergia (llamadas Mastocitos) que hace producir un área de color rojo (pápula, como si fuera la picadura de un insecto) en donde el paciente es positivo a la sustancia.

VACUNAS PARA LA ALERGIAS

El uso de vacunas para el paciente alérgico científicamente se llama inmunoterapia específica y según la Organización Mundial de la Salud es el único tratamiento que puede modificar el curso natural de las enfermedades alérgicas. La inmunoterapia específica (vacuna para la alergia) es considerada, hoy en día, un tratamiento efectivo, con un alto nivel de evidencia y capaz de reducir de una forma eficiente tanto los síntomas, como la necesidad de tratamientos con medicamentos por alergia respiratoria (rinitis y asma). WEl tratamiento consiste en la administración de una vacuna subcutánea cada 15 días que no es dolorosa en donde va el contenido alérgeno, que ya había sido identificado en las pruebas de alergia con anterioridad. La aplicación de esta vacuna tiene como finalidad conseguir la tolerancia del niño a la exposición del alérgeno, lo que científicamente se llama inmunomodulación. Recientemente, estas vacunas también se pueden administrar en gotas debajo de la lengua (sublingual) que es una buena alternativa para niños, pero la aplicación subcutánea es la más utilizada y con la que se tiene más experiencia. El tratamiento en general tiene una duración de 2 años.

Referencias: Revista Harker edición 3



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